Así como es el Cañón del Chicamocha es su gente: grande, fuerte, tenaz y, sobre todo, poseedores de un espíritu majestuoso. El santanderano, sobre todo las mujeres, tienen fama de ser malgeniados. Pero la realidad es que sucede algo muy similar a lo que pasa cuando se ve el cañón por primera vez: si se aprecia solo la superficie se cree que es árido y casi desértico, pero cuando se va más allá y se recorre por adentro, se descubre vida, colores y, sobre todo, alma.

Basta una sonrisa para recibir una de vuelta. Ten la absoluta seguridad de que el santandereano es transparente como las aguas de las hermosas cascadas de su tierra. Hablan con la verdad, es decir, con el corazón. Tal vez su característico acento pueda sonar un poco fuerte para un interlocutor desprevenido, pero no es más que la forma en la que aprendieron a hablar para que su voz se escuchara más allá de las montañas y las palabras no se las llevaran los fuertes vientos del cañón.

A los zapatocas, molagaviteños, jordaneses y demás habitantes de los municipios de Destino Chicamocha los caracteriza el empuje, la berraquera y una tenacidad que les ha permitido sembrar una vida en una geografía tan accidentada y particular como la del Chicamocha.

Ellos han sabido trabajar la tierra con paciencia, disciplina y con muchísimo orgullo y amor. Son personas muy decentes y educadas. Cuando logras romper esa barrera inicial de la timidez y del respeto profundo que tienen por el otro, encuentras seres cálidos, amables, conversadores y deseosos de compartir con el mundo las riquezas únicas y maravillosas que, desde siempre, han podido disfrutar por haber tenido la dicha y el privilegio de nacer en las entrañas del Cañón del Chicamocha.
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Descubre los diez municipios para vivir el cañón: Aratoca, Barichara, Capitanejo, Cepitá, Curití, Jordán, Los Santos, Molagavita, Villanueva y Zapatoca.
¡Ven y vive tú también el encanto majestuoso del Cañón del Chicamocha!